lunes, 8 de marzo de 2010

Psicología y Mafalda


Hace algunos años sostenía que no creía en la psicología. Ahora, con algunos años más, podría decir que sí. Lo que todavía hoy me parece perverso, al igual que hace algunos años, es el fin de la psicología: la alteración del sujeto para adaptarlo a las circunstancias que lo enferman. Como en la historieta de Mafalda en la que Felipe sufre por ir a la escuela, las personas son sometidas, en ocasiones, a la erosión de la rutina y ante el sufrimiento que ésta les provoca, el psicólogo opera en la adaptación del individuo. No se apunta a modificar sus condiciones de existencia, sino a ajustarlo a ellas para apaciguar su angustia. Las “mejoras” que el paciente obtiene son el avance hacia el bienestar con lo que lo angustia, lo que precisamente repugna a Felipe. Si se considera esto, podría decirse que el psicólogo es beneficioso, pero este beneficio es, paradójicamente, el de adaptarse a la enfermedad.
Por algún motivo nos hemos acostumbrado a que si las condiciones de vida son perjudiciales, es un deber nuestro adecuarnos a ellas en lugar de cuestionarlas. Por qué creer que lo “normal” es ir contento y feliz a la escuela e intervenir en consecuencia para ajustar a todos los niños a ese estilo de vida ¿Cuánto perdería Felipe de Felipe para adaptarse?

Para completar la idea, este es un fragmento de una entrevista al Indio Solari hecha hace 23 años para la revista Cerdos y Peces.